Publicado originalmente en La primera palabra, el domingo 25 de enero de 2009.
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El poeta intenta romper el dogma de la semejanza, de la imagen, a la cual se ha negado una cualidad superior, y se atreve a describir, dar testimonio de esa zona, ese espacio en que se suceden los equívocos de la existencia, que Dios no previó, que no estaban en sus planes. Son sus errores, para cubrir los cuales, acuñó la palabra pecado.
George Riverón erige su poesía sobre un error de Dios, crea un discurso que ha de corregir los errores, no de esos dos hombres que se aman, o hacen una ofrenda, sosegada o turbulenta, en los sitios de culto del placer, sino de dios. La heterodoxia ha de ayudar a la ortodoxia a legitimarse, como el arte ha de servir para legitimar la ética. Encontrarán en este libro una clara señal de cuán certera puede ser la poesía para dar visos de realidad a la vida, emborronada, muy a nuestro pesar, por los errores de Dios.
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