viernes, 22 de mayo de 2009

LUMBRES VELADAS DEL SUR / William Navarrete

Publicado originalmente en La primera palabra, el viernes 22 de mayo del 2009.
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En una
nota sobre el poemario anterior, Edad de miedo al frío, del poeta y editor William Navarrete, apuntaba la dificultad que entraña “fundamentar lo poético en la concisión, cuando se recorren caminos en que se extienden los límites de lo sensorial, de lo sensual, hasta el extremo de la transgresión.” En este nuevo libro, Lumbres Veladas del Sur, los límites, que eran el fundamento del discurso poético y sustentaban el acto de trascenderlos, se difuminan para intentar un símil del entorno y de su apreciación en una dimensión mayor.
El lenguaje fluye en una concatenación de sucesos circunstanciales que se sustraen del marco estrecho de lo exótico, en el sentido romántico, para establecer una conexión que muestra un perfil dual. De un modo explícito, el poeta “nos introduce en un mundo luminoso cargado de voces y de aromas, de paisajes habitados por gentes que viven y se mueven en un laberinto de calles sinuosas, de plazas pobladas de sonidos que se expanden en un estallido multicolor, donde el sol o la luna alumbran cantos y conversaciones, impregnadas de esos olores únicos, a especias y a perfumes extraños, que hacen del aire de Marruecos una parte más de su inigualable paisaje y acentúan su intangible misterio”(1); y de un modo sutil, soterrado, nos hace cómplice de su fascinación por el desencuentro de las sombras y las opacidades luminosas de una luz que oculta y devela a la vez.
El poeta pone el pie sobre una superposición milenaria de pisadas, en las que se resumen lo desconocido, las veleidades de la danza y la sustancial decantación de la tradición oral. Asume con absoluta responsabilidad y madurez la edificación de su Marraquech de palabras, el reto de hacer con ellas un muestrario de olores e imágenes, que se correspondan con la simulación de nuestras sensaciones, que es la realidad. El doble juego del lenguaje como espejo de dos caras e innumerable aristas. La doble imagen en que el poeta, bruñida la suya, nos insta a pulir la nuestra. Este libro es un viaje en que nos hemos procurado el mejor guía, ese que nos empuja hacia el abismo de su asombro.

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(1)- María Sangüesa.